«Desde la inmortal Alicia, Ana, la de Tejas Verdes, es la niña imaginaria más encantadora que se haya creado.» Mark Twain.
Cuando en lugar del chico huérfano que querían adoptar es una niña pelirroja de once años, Ana Shirley, la que entra en las vidas de Marilla y Matthew Cuthbert —dos hermanos solteros que residen en su casa de Tejas Verdes—, todo cuanto les rodea cambiará para siempre. Con su vivacidad, sus risas y también sus lágrimas, y sobre todo gracias a su desbordante alegría e imaginación, Ana conseguirá formar parte de una familia por primera vez y tener un lugar al que, al fin, podrá llamar hogar. Ambientada a principios del siglo XX en un lugar tan mágico como la Isla del Príncipe Eduardo, en Canadá, Ana, la de Tejas Verdes nos llevará a través de los ojos de esta despierta e inocente niña a sentir el mundo como algo totalmente nuevo, a emocionarnos y reírnos con sus aventuras y peripecias, y, en definitiva, a ver la vida desde un prisma más positivo y estimulante. Esta obra, al igual que toda la serie de Ana Shirley, conjuga los valores de la vida rural y la familia con las cuestiones universales que todos nos planteamos en algún momento, como la pertenencia a una tierra, el valor de la amistad o la esencia del amor.
L.M. Montgomery
Lucy Maud Montgomery. Escritora canadiense universalmente conocida por la serie de novelas que narran la vida de Ana Shirley, nació en 1874 en Clifton (actualmente New London), una pequeña ciudad de la Isla del Príncipe Eduardo (Canadá). Tras la muerte de su madre, cuando ella contaba menos de dos años de edad, su padre decidió dejarla a cargo de sus abuelos maternos, en Cavendish, para irse a vivir al oeste del país, donde volvió a casarse. De sus abuelos recibió una educación muy estricta, aunque dicha situación —crecer sola en la casa de dos personas mayores— estimuló su imaginación, provocando la chispa que le haría crear el personaje de Ana Shirley. Completó su formación en el Colegio Príncipe de Gales, en Charlottetown, y entre 1895 y 1896 estudió literatura en la Universidad de Dalhousie, en Halifax, Nueva Escocia. En 1898, tras haber trabajado como maestra en varias escuelas, regresa a Cavendish para cuidar de su abuela, que había quedado viuda. Se casó con Ewan Macdonald, un ministro presbiteriano, y se mudó a Ontario, donde su marido se hizo cargo de una iglesia. La pareja tuvo tres hijos: Chester Cameron, Stuart y Hugh Alexander, quien murió al nacer, en 1914. El resto de su obra la escribió fuera de Prince Edward Island, ya que después de su matrimonio nunca regresó en vida. Falleció en Toronto en abril de 1942 y fue enterrada en el cementerio de Cavendish, cerca del lugar en el que creció. Es en 1898, al regresar a Cavendish para cuidar de su abuela, cuando comienza a escribir los relatos que darían lugar a su mayor creación: la serie de Ana Shirley (ocho libros que narran su vida, desde la niñez hasta la edad madura). El primero de ellos, Ana, la de Tejas Verdes (Anne of Green Gables), publicado originalmente en 1908, narra la llegada de la inteligente y deslenguada Ana —a la que el propio Mark Twain consideró la niña imaginaria más encantadora que se había creado desde la inmortal Alicia de Carroll— a su hogar adoptivo en Avonlea, un pueblecito (ficticio) situado al norte de la Isla del Príncipe Eduardo. Tejas Verdes, la propiedad de Marilla, su madre adoptiva, será el centro de su universo infantil y el lugar donde, al fin, podrá sentirse parte de una familia.
EDITORIAL: ALMUZARA LIBROS https://almuzaralibros.com/fichalibro.php?libro=2504&edi=4
Sentí algo de
nostalgia en esta pequeña me recordó a Lucy Pevensie de Las Crónicas de Narnia
con lo habladora y preguntona, pero también una niña que le gusta hacer volar
mucho su imaginación, y a otras niñas más de la literatura inglesa. Al leer el
libro, también me pareció que estuviera leyendo a otros grandes autores de la
literatura, y un poquitín, al señor de los anillos. La escritura es muy similar
a esa época.
Parece que volví a ser
una niña de 10 años que hacía bastantes preguntas a su papá.
Te deja una sensación
de nostalgia.
Ana Shirley, es una
niña muy inocente, con ojos que reflejan la emoción de vivir grandes aventuras
y en definitiva ver la vida desde una perspectiva más emocionante y divertida.
Le gusta decir lo que
piensa, sin andarse por las ramas, pero también sabe cuándo quedarse callada.
Es una niña muy
apasionada.
Soy de las personas
que leen libros sumamente rápido, pero tampoco ando contando minutos y así. Si
una lectura que me guste, me absorbe y este libro me absorbió. Quede con ganas
de más. Al principio, he de decir, la niña me cayó mal, porque decía mucho,
pero supongo que hay niños muy imaginativos, en comparación conmigo nunca fui
una niña como Ana, con tan desbordante imaginación. Pero supongo que son los
tiempos y también hay más cosas, si viviera un pueblo pequeño, con lagos,
montañas y bosques, estaría encantada de soñar y soñar e imaginarme un montón
de cosas y lugares.
Esta pequeña es
fenomenal, me encanta que quiera lograr sus sueños y no quedarse como la típica
mujer ama de casa, me encanta que le gusta leer, que le guste superarse a sí
misma y que sea inteligente, y vea la vida como un reto, el querer intentar
algo, fracasé pero lo intentaré una vez más. Ese tipo de historias ya no se
leen hoy en día, en los libros juveniles de ahora o son fantasía o son románticas
con historias típicas cliché o chicas de oficinas. No digo que esté mal, pero
también es bueno enseñarles a los jóvenes de hoy en día que hay más libros que
sí valen la pena leer y mucho más vocabulario por explotar.
La razón más por la
que me agrado este libro, es porque está ambientado en las épocas de los libros
que me gustan mucho leer, eso de reverenciarse ante un Duque, conocer a una
princesa, un príncipe, me encanta ♥
Y una de las razones
más por la que me gustó "Ana la de tejas verdes" es que el libro es
muy detallista, te hace imaginar en tu cabeza lo que estás leyendo. Te absorbe
de una manera tan apremiante, en serio, que vale la pena quedarse todo el día
leyendo, si puedes jeje ☺
Para más pasión colocaré algunos textos del libro,
también imágenes de las ilustraciones, el libro es muy hermosa, te va a
encantar ♥
La «Avenida», llamada
así por la gente de Newbridge, era un trecho de carretera de unas cuatrocientas
o quinientas yardas, completamente cubierta por las enormes copas de unos
manzanos plantados hacía años por un viejo granjero excéntrico. Sobre la cabeza había un
tupido follaje pleno de flores blancas y fragantes. Debajo de las ramas el aire
estaba lleno del púrpura del atardecer y, a lo lejos, el destello del cielo
crepuscular brillaba como un gran rosetón al final del pasillo de una catedral.
Su belleza pareció
dejar a la niña enmudecida. Se
recostó en la calesa, sus diminutas manos entrelazadas en el regazo y su cara embelesada
ante el blanco esplendor. Incluso cuando habían pasado y estaban
descendiendo la larga pendiente hacia Newbridge, ni se movió ni habló. Todavía
con la cara extasiada la niña miró fijamente a lo lejos, hacia la puesta de sol
en el oeste, con ojos que parecían contemplar visiones cruzando aquel brillante
fondo. Todavía en silencio atravesaron Newbridge, un desbordante pueblito donde
los perros les ladraron y los niños pequeños les gritaron y caras curiosas les
miraron a través de las ventanas. Condujeron tres millas más y la niña seguía
sin hablar. Podía quedarse callada, era evidente, con tanta energía como cuando
hablaba.
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